¿A quién no le gusta la ensaimada? Una pieza de bollería deliciosa, cuyo nombre proviene de la palabra saïm, que en castellano significa manteca de cerdo, ingrediente clave en su preparación.
Una de las claves en la elaboración de las famosas ensaimadas mallorquinas es la larga fermentación de la masa, por lo que os aconsejamos comenzar a elaborar esta receta por la tarde y dejarla fermentar toda la noche en un lugar fresco sin corrientes de aire (no en la nevera). Así, podréis hornear por la mañana y ¡desayunar unas ensaimadas recién hechas!
Atentos a esta receta de ensaimadas mallorquinas.
Para empezar, mezclamos en un bol grande el agua, la sal, el azúcar, la levadura fresca desmenuzada y los huevos.
Añadimos la harina y seguimos mezclando hasta tener una masa muy fina y homogénea. En el caso de que tengamos una amasadora o máquina tipo Kitchen, nos facilitará este proceso. Si no tenéis una, no os preocupéis, solo necesitaréis un poco de paciencia para amasar todo bien.
Dejamos reposar la masa dentro del mismo bol unos 10 minutos. Una vez pasado este tiempo, cuando la masa se haya relajado , la dividimos en unas tres o cuatro porciones.
Boleamos todas las piezas y las dejamos reposar unos 15 minutos más tapadas con un trapo de cocina. Seguidamente, con un rodillo, encima de una encimera u otra superficie aceitada, vamos estirando cada una hasta formar rectángulos con un grosor muy fino.
En este momento, untamos toda la superficie de cada pieza con una capa fina de manteca de cerdo y terminamos de estirarlas con las manos para dejar la masa lo más fina posible.
Durante este paso, es importante intentar evitar que la masa se rompa. Es en este punto cuando, si queremos que nuestras ensaimadas estén rellenas, añadiríamos dicho relleno. Al gusto, podemos agregar cabello de ángel, chocolate o, incluso, ¡sobrasada!
Enrollamos cada pieza sobre sí misma formando un cilindro de masa largo. A continuación, dejamos reposar otros 5 o 10 minutos para que la masa se relaje y sea más fácil el estirado posterior, necesario para darle la forma definitiva.
Pasados esos minutos, sobre la bandeja del horno con papel de cocción, colocamos los cilindros y los enrollamos sobre sí mismos, esta vez como espirales, haciendo la forma típica de la ensaimada. Si hemos hecho cuatro piezas, lo ideal es separarlas en dos bandejas para evitar que se peguen al crecer.
Seguidamente, debemos dejarlas reposar de nuevo. En este punto, la fermentación debe ser larga. Por ello, vamos a meterlas dentro del horno parado, a modo de cámara de fermentación durante toda la noche (al estar dentro del horno, evitaremos que la superficie de las piezas se reseque).
Una vez transcurrido este último tiempo de reposo, sacamos las ensaimadas del horno, precalentamos a 200ºC y horneamos hasta que la corteza adquiera un color tostado. El tiempo necesario suele estar entre 12 y 18 minutos, dependiendo del peso de las piezas y del horno.
Sacadas nuestras ensaimadas del horno, si no tienen relleno o éste es dulce, podemos tamizar azúcar glas sobre su superficie. Así, ¡están deliciosas!
Como habéis visto, es una receta que lleva un poco más de tiempo que otras, por los numerosos reposos y, en especial, por la duración del último. Sin embargo, la elaboración es muy sencilla y entretenida y el resultado merece la pena.
Esperamos que os animéis a hacer estas riquísimas ensaimadas y, como siempre, compartáis con nosotros el resultado a través de nuestras redes sociales: Instagram y Facebook.
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