El recetario español de Semana Santa es muy amplio, pues se trata de una de las festividades con más tradición de nuestro país, tanto religiosa y cultural, como gastronómica. En estas fechas existen una gran cantidad de elaboraciones típicas que, a su vez, tienen una gran cantidad de variantes, principalmente en función de la región donde se realicen. Una de las más conocidas a nivel nacional es la de los buñuelos de Cuaresma. Aunque históricamente se consumían los miércoles y viernes desde el miércoles de ceniza, hoy en día podemos encontrarlos cualquier día que esté cercano a estas fechas. Además, si te animas a hacerlos en casa, ¡podrás disfrutarlos cuando más te apetezcan!
Esta receta fácil y sencilla de preparar es ideal para consumir en el desayuno, la merienda o el postre. Además de los buñuelos de Cuaresma, también son especialmente famosos los de Viento. La diferencia principal entre ambos es que, mientras que los primeros tienen un agujero en medio, los de Viento son más redondos y suelen estar rellenos. Igualmente, para que podáis elegir, ¡os traemos ambas opciones!
Incorporamos todos los ingredientes en un bol grande y mezclamos con nuestras propias manos hasta que queden integrados en una bola.
En el momento que tengamos una bola de masa, pasamos a trabajarla sobre una superficie plana previamente enharinada.
Cuando observemos que nuestra masa está lisa y es elástica, la volvemos a meter en el bol, la tapamos con un trapo de cocina y la dejamos reposar durante un tiempo aproximado de 40 minutos, durante los cuales aumentará su volumen.
Transcurrido nuestro tiempo de reposo, volvemos a colocar nuestra masa sobre una superficie lisa previamente enharinada y, con ayuda de un rodillo, la aplastamos hasta conseguir una plancha.
¡Atentos ahora! Hasta aquí la receta es igual para todos los tipos de buñuelos. Sin embargo, a partir de este momento los pasos varían dependiendo de si buscas hacer unos buñuelos tradicionales de Cuaresma, o unos buñuelos de Viento, rellenos.
Con un cortapastas cortamos porciones de unos 5 centímetros y hacemos una bola con cada pieza. Colocamos nuestras bolas sobre la bandeja del horno con espacio suficiente entre ellas, pues volverán a ampliar su tamaño, las tapamos y las dejamos reposar al menos durante otra hora más.
Finalizado este segundo tiempo de reposo, hacemos con nuestros propios dedos un agujero en el centro de cada buñuelo. Calentamos aceite en una sartén y los freímos. Cuando se hayan dorado por un lado, les damos la vuelta, de modo que cojan color por ambos lados. Al sacarlos, debemos dejarlos escurrir sobre una rejilla, si no dispones de ninguna, puedes ponerlos sobre algún papel absorbente. Después, tenemos dos opciones, o rebozarlos en azúcar en grano, o espolvorearlos con azúcar glas, ¡ambos quedan increíblemente deliciosos!
Si lo que te gustaría es que tus buñuelos estén rellenos, una vez que tengamos la masa extendida, debemos cortar un número par de discos de unos 8 cm de diámetro. Esto, puede hacerse con ayuda de un cortapastas. Si no dispones de ninguno, puedes hacerlo con un cuchillo. Además, te recomendamos ayudarte con la tapa de algún bote de ese diámetro a modo de plantilla.
Cuando tenemos nuestras porciones preparadas, las colocamos sobre alguna bandeja con espacio suficiente entre ellas, y tapamos para que puedan volver a reposar durante un tiempo aproximado de, al menos, una hora más.
Durante este segundo reposo, podemos aprovechar para preparar el relleno de nuestros buñuelos. Nosotros te proponemos hacerlos de fruta o de chocolate. Además, si te apetece, puedes probar a hacer ambas opciones, ¡Así tendrás dos variedades de buñuelos rellenos!
Para los rellenos de fruta, pelamos y cortamos las piezas que hayamos seleccionado y las rehogamos en una sartén con una cucharadita de azúcar y, aproximadamente, 25 gr de mantequilla. De este modo, la fruta quedará dulce y con una textura ideal.
En el caso de los buñuelos rellenos de chocolate, tan solo tenemos que fundirlo o trocearlo en porciones pequeñas.
Una vez tengamos nuestro relleno, ya sea de fruta, chocolate, o ambos, lo distribuimos sobre la superficie de la mitad de nuestras piezas circulares. Con la otra mitad los cubrimos a modo de tapadera.
Para evitar posteriores fugas del relleno, es importante que juntemos bien ambas partes, la de arriba con la de abajo. Para esto, lo mejor es mojar con un pincel y agua los bordes de las dos piezas, ayudará a que se queden pegadas, incluso, puedes ayudarte con los dedos e ir presionando por los bordes de cada círculo para que ambas piezas queden bien unidas.
Al igual que con los buñuelos de Cuaresma. Una vez tenemos nuestras piezas listas, calentamos aceite y los freímos hasta que queden dorados por los dos lados, en este caso como son piezas más grandes es mejor freír con el fuego más suave para su perfecta cocción.
Una vez los saquemos de la sartén, los escurrimos sobre una rejilla o papel absorbente. Finalmente, los rebozamos en azúcar en grano, azúcar en grano con canela o azúcar glas y… ¡listo!
Esperamos que esta receta os haya gustado y… ¡no olvidéis enseñarnos vuestro resultado!
*Fuente de las imágenes: Pinterest
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