Preparar pan casero o en general cualquier receta de masas levadas en casa siempre es una experiencia muy gratificante. Se hace en apenas unos momentos (sin contar con la cocción) y sin ningún tipo de dificultad, además de lo gratificante que es disfrutar de tu propia creación. Aun así, en ocasiones, el amasado puede darnos algún que otro quebradero de cabeza.
El amasado es vital para que la red de gluten se forme bien y tengamos un buen volumen y una buena miga. Por ello, desde Levanova, os animamos a meter las manos en la masa acercándoos una de nuestras técnicas de amasado más recurrentes, para que no tengáis ningún problema a la hora de realizar todas las recetas que os proponemos en nuestro blog.
Actualmente, aunque dispongamos de todo tipo de artilugios y amasadoras que podrían facilitarnos la tarea, merece mucho la pena aprender a amasar a mano. Este conocimiento nos ayudará a conocer mejor el comportamiento de la masa teniendo así un mejor criterio a la hora de elaborar recetas de pan y bollería.. Por ello, tomad papel y boli, ¡y empezamos con los tips!
Al igual que con cualquier otro método para elaborar masas, mezclamos todos los ingredientes en un bol grande. Incorporamos todo bien dentro del bol, integrando con ayuda de una rasqueta o las propias manos. Cuando ya esté todo bien integrado y tengamos una ”bola”, la volcamos en una superficie limpia y seca y damos comienzo al amasado.
Podemos ayudarnos de una rasqueta para ir recogiendo los trozos de masa que se vayan pegando en la encimera, pues, dependiendo de la receta, al principio, nuestra masa puede ser bastante pegajosa y resultar un poco engorroso.
A la hora de amasar, debemos sujetar el borde más cercano de la masa con una mano, y con la otra mano (preferiblemente la dominante) estiramos la mezcla, tan lejos como nos dé el brazo. Acto seguido la recogemos con la misma mano, enrollándola de nuevo hacia nosotros. Una vez enrollada, habrá adoptado una forma casi esférica.
Después, damos un cuarto de vuelta y trabajamos sobre el lado de la masa que no hemos estirado. De nuevo, repetimos el proceso del paso 3, estirando y recogiendo. Podrás comprobar que, con tan solo unos pocos minutos de amasado, empezará a cambiar en nuestras propias manos.
Si el amasado os ha resultado muy difícil (sobre todo os puede pasar en recetas con mucha mantequilla), un truco es dejar reposar la masa 5-10 minutos a mitad del proceso. Al retomarlo, estará más “manejable”.
El proceso mencionado en los pasos 3 y 4 lo repetiremos tantas veces como sea necesario hasta que quede bien fina y elástica.
Os dejamos también un vídeo donde podréis observar el proceso de una manera mucho más visual. Como veis, apenas tiene complicación, ¡y en tan solo un día aprenderéis a amasar como unos auténticos profesionales panaderos!