Los croissants son uno de los dulces más conocidos y consumidos en el mundo. Aunque de origen francés, somos muchos en todo el mundo a los que nos encanta disfrutar de un buen croissant para desayunar o merendar. Tanto solos como rellenos de dulce o de salado, ¡están increíbles!
Por ello, para que puedas disfrutar de cocinarlos y degustarlos también en casa, te traemos una propuesta de croissants rellenos de chocolate que, sin duda, ¡merece la pena probar!
Incorporamos en un bol grande todos los ingredientes, salvo la mantequilla y el chocolate. No olvidéis desmenuzar bien con los dedos la levadura fresca Levanova.
Cuando todos los ingredientes estén integrados en una bola, podemos pasar a amasar con nuestras manos sobre una superficie plana previamente enharinada. Para ello, debemos trabajarla insistentemente durante varios minutos y plegar varias veces la masa sobre sí misma, hasta que esté fina y homogénea.
Metemos nuestra masa de nuevo en un bol, la tapamos con un trapo de cocina y la dejamos reposar durante un tiempo aproximado de 20 minutos en un lugar alejado de corrientes de aire. Mientras, sacamos la mantequilla de la nevera y aprovechamos este tiempo de reposo para que se vaya atemperando.
Una vez haya finalizado ese tiempo y nuestra masa haya aumentado algo su volumen, con ayuda de un rodillo la extendemos sobre una encimera de nuevo previamente enharinada, hasta formar con ella una pieza rectangular.
Por otro lado, extendemos la mantequilla con la intención de darle la misma forma que a la masa, pero en este caso cuadrada. Para ello, la colocamos entre dos papeles de hornear o dos trozos grandes de film de plástico y la extendemos, también con ayuda de un rodillo. Debemos parar antes de que exceda la mitad del tamaño de la masa.
Separamos nuestra pieza de mantequilla del papel o plástico que le habíamos puesto para facilitar su estirado y la colocamos en una mitad de nuestra masa extendida. Seguidamente, la tapamos/envolvemos con la otra mitad de masa. De este modo, formaremos una especie de libro en el que la masa serán las tapas y la mantequilla el interior.
Estiramos nuestro libro hasta que nuestra pieza sea más grande y fina. Una vez hayamos hecho esto, es el momento de comenzar a realizar los “pliegues”. Para ello, llevamos un extremo de la masa hasta sus dos terceras partes. Es decir, debemos plegarla sobre sí misma de modo que dejemos tapado 2/3 partes de su superficie. Seguidamente, cogemos el extremo que no había quedado tapado, y lo plegamos de modo que quede encima del que sí. De esta manera conseguiremos 3 capas de masa intercaladas con sus respectivas capas de mantequilla y la pieza pasará de forma rectangular a cuadrada.
Esta acción de estirar la masa y plegarla sobre sí misma formando 3 capas de mantequilla, deberemos repetirla al menos dos veces más. No obstante, es muy importante que antes de realizar cada repetición dejemos reposar nuestra masa unos minutos, a ser posible en el frigorífico tapada con un film plástico para que no se cree corteza.
Finalizado este proceso, estiramos la masa una última vez hasta que quede con unos 5 milímetros de grosor.
Cuando tengamos nuestra masa con el espesor deseado, la cortamos en triángulos isósceles del mismo tamaño. Esto es que los dos lados del triángulo tengan una misma longitud, que debe ser más larga que la de la base. Para que esto sea sencillo, tan solo tienes que cortar tu pieza por la mitad varias veces, hasta que se creen varios rectángulos que después cortaremos en dos a través de una diagonal.
Colocamos una o dos onzas del chocolate que hayamos seleccionado cerca de la base en cada triángulo. Entonces, enrollamos la masa desde la base hacia la punta, de modo que envolvamos el chocolate y los croissants adquieran su forma característica.
Sellamos bien las puntas para evitar que el chocolate se salga durante el horneado. Colocamos nuestros croissants en la bandeja del horno con suficiente espacio entre ellos, y los pintamos con una mezcla de yema de huevo, dos o tres cucharadas soperas de leche y un poco de azúcar. Una vez pintados, los tapamos y dejamos reposar a temperatura ambiente hasta que doblen su tamaño.
Con el horno precalentado a 220º, bajamos la temperatura a 190º y los horneamos durante unos 15-20 minutos, dependiendo de la potencia de nuestro horno y el peso de cada pieza. Debemos vigilarlos para que queden bien dorados y no se quemen. Entonces, una vez los saquemos del horno y enfríen, ¡estarán listos para disfrutar!
Esperamos que esta deliciosa receta os haya gustado. ¡Queremos ver las vuestras, así que no olvidéis etiquetar a @levanova_levadura en Facebook e Instagram!
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