Como ya sabemos, la panadería francesa es una de las más reclamadas en todo el mundo… ¡y no es casualidad! Además de sus reconocidas baguetes o sus deliciosos croissants, seguimos descubriendo increíbles recetas de esta famosa gastronomía que, sin duda, no dejará a nadie indiferente.
Hoy os traemos una receta para que aprendáis a preparar en casa el famoso pan de Auvergne, típico de la céntrica región del país que lleva el mismo nombre. Este pan es esponjoso y tiene forma redondeada. Podríamos decir incluso que su forma se asemeja a la de un queso. Con corteza dura y crujiente, pero de miga especialmente tierna.
Paso 1:
Tamizamos la harina echándola en un bol grande. Incorporamos la sal, la levadura fresca y la masa madre Levanova y vamos añadiendo poco a poco el agua tibia mientras movemos.
Mezclamos todo bien con las manos hasta que los ingredientes se integren en una sola bola.
Paso 2:
En el momento el que los ingredientes estén bien mezclados, pasamos a amasarla sobre la encimera que habremos enharinado previamente para facilitarnos este trabajo. Este proceso dura unos 15-20 minutos, hasta que la masa quede fina y elástica.
Paso 3:
Volvemos a introducir la masa en el bol, la tapamos con un trapo y la dejamos reposar en un lugar alejado de corrientes de aire hasta que haya doblado su tamaño, aproximadamente una hora y media.
Paso 4:
Extraemos una pequeña porción de nuestra masa y formamos con ella una bola. Con el resto de masa (que será una pieza 3 veces mayor a la primera porción separada), hacemos otra bola de masa bien apretada. Entonces, colocamos en la misma bandeja del horno sobre un papel vegetal o de hornear nuestras dos bolas, tanto la grande como la pequeña, con suficiente espacio entre ellas. Las tapamos de nuevo con un trapo de cocina y dejamos un segundo tiempo de reposo de unos 10 minutos más.
Paso 5:
Transcurrido este segundo reposo, sobre la misma superficie lisa y nuevamente enharinada, estiramos la bola pequeña con ayuda de un rodillo. Después, pincelamos con un poco de agua el centro y con un poco de aceite los bordes exteriores (el agua es para que la pieza se pegue bien a la otra bola de masa y el aceite es precisamente para lo contrario, para que los bordes queden despegados).
Paso 6:
Le damos la vuelta a la masa plana depositándola sobre la bola grande de modo que, la parte en la que habíamos pincelado el agua será la que sirva para unir ambas partes de masa.
Colocamos la pieza de masa encima de un paño enharinado con la pieza plana (la bola pequeña que habíamos estirado con un rodillo) por debajo tocando directamente el paño con harina.
Paso 7:
Finalizado el tercer reposo, ponemos a calentar el horno a 200ºC. Mientras coge la temperatura adecuada, volteamos la pieza y la colocamos encima de un papel de horno de manera que la pieza plana queda en la parte superior. Después, hacemos una marca con el dedo creando un pequeño agujero en el centro de la superficie de la pieza.
La clave de esta receta, para que nuestro pan auvergnat quede con el resultado esperado, es introducir también en el horno previamente un recipiente aparte, metálico, precalentarlo y meterlo con un par de hielos o, en su defecto agua, para que provoque vapor. Esta humedad que se creará en el horno será la que hará que la corteza quede bien crujiente y la miga suave y blanda.
Cuando el horno esté bien caliente, metemos nuestro pan y seguidamente los hielos o el agua en el recipiente metálico y lo horneamos unos 30 minutos a 190ºC. Después, bajamos la temperatura a 170ºC y continuamos horneándolo durante 10 minutos más.
En el momento en que saquemos el pan del horno, es preferible que lo dejemos enfriar sobre una rejilla para que desprenda toda la humedad. Una vez frío… ¡listo para disfrutar!
¡Queremos ver el resultado! No olvidéis contárnoslo.
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