La festividad por el Día de Todos los Santos se celebra por todo lo alto en México. Conocido como el Día de los Muertos, en México, las calles se llenan de color, luces, aromas y, como no podría ser de otro modo, también de sabores, para conmemorar a aquellos seres queridos que ya no se encuentran entre nosotros.
Son muchas las tradiciones que envuelven este día tan especial para los mexicanos. Pero, en el plano gastronómico, sin duda, el pan de muerto es el principal protagonista ya que se consume en la mayoría de los hogares en esta época del año.
Se trata de un pan con una peculiar forma. La masa se moldea como una gran espera a la cual se le ponen adornos más pequeños realizados con la propia masa que tratan de representar una calavera y unos huesos. Estos añadidos se colocan en forma de cruz, según se dice, simbolizando los cuatro rumbos del universo.
En cuanto al sabor, hay versiones algo variadas del pan de muerto. Dependiendo del lugar del país, se elabora con azúcar, sésamo u otras particularidades. Desde Levanova, os traemos una versión que os encantará. Una vez lo probéis, veréis lo mucho que merece la pena hacer esta receta de pan de muerto casero con un especial toque a vainilla y naranja.
Preparamos una esponja líquida con la leche templada, 20 gramos del azúcar, toda la levadura fresca que desmenuzaremos con los dedos, los dos huevos y 100 gramos de harina.
Mezclamos bien y dejamos reposar hasta que doble su volumen. Cuando esto haya pasado, bajamos con una varilla y volvemos a dejar reposar hasta que doble de nuevo el tamaño.
Incorporamos en un bol grande la esponja de masa con el resto de los ingredientes, excepto la mantequilla. Amasamos y dejamos reposar 10 minutos.
Volvemos a amasar. Incorporamos la mantequilla y seguimos amasando hasta conseguir una masa bien homogénea. Cuando lo hayamos logrado, metemos en un bol y dejamos reposar hasta que doble su volumen.
Una vez finalizado el tiempo de reposo, dividimos la masa en piezas. Por un lado, separamos unos 100grs que nos servirán para formar las piezas pequeñas de la superficie, los huesitos. Y, por otro lado, el resto de masa lo dividimos en dos piezas iguales.
Boleamos las dos piezas grandes y las colocamos en la bandeja sobre papel de horno.
Agregamos un poco de harina a la pieza de 100grs, unos 5 grs, para que se vuelva más densa. Después, la dividimos en cuatro trozos de 20grs y dos de 10grs y los boleamos.
Formamos cilindros con cada trozo de 20grs. Después, presionaremos con tres dedos sobre cada uno de modo que parezca que tienen cuatro bolitas. Por otro lado, volvemos a bolear las dos piezas de 10 grs.
Colocamos encima de cada uno de los panes que están reposando en la bandeja dos de los cilindros en forma de cruz y en el centro, donde se cruzan dichos cilindros, la bolita de 10grs. Dejamos fermentar de nuevo las piezas hasta doblar su volumen.
Después, con el horno precalentado a 200ºC, colocamos los panes en el horno a 160ºC y los cocinamos entre 25 y 30 minutos aproximadamente. Una vez que los saquemos, los dejamos enfriar sobre una rejilla.
Cuando estén fríos, los pintamos con mantequilla ligeramente derretida. Dejamos reposar 5 minutos más y los rebozamos con azúcar en grano blanco.
En este momento, ¡estarán listos para disfrutarse!
¿Qué os parece esta receta? Si os gusta el roscón de Reyes, seguro que esta receta os maravillará. ¡No dejéis de probarla!