Si has llegado hasta aquí es porque has dado el paso de elaborar tu propio pan casero. Te advertimos que, una vez que se hace por primera vez, es difícil parar… pero, merece la pena aventurarse en la experiencia, porque es de lo más reconfortante. Por ello, a continuación, vamos a contarte de manera muy sencilla cuáles son los pasos imprescindibles para hacer pan casero y que te salga un verdadero ‘pan gourmet’.
Cuando descubrimos cómo se hace el pan, lo primero que nos suele sorprender es su simpleza: pocos ingredientes y unos sencillos pasos para tener un resultado espectacular. De hecho, llega a ser incluso impresionante que un alimento tan básico e imprescindible en nuestra dieta, sin el que muchos no podríamos vivir, sea tan sencillo de elaborar con, simplemente, cuatro ingredientes: harina, levadura de panadería, agua y sal.
Así de sencillo. El primer paso para hacer cualquier pan en casa es mezclar todos los ingredientes. Si es posible, en un bol grande que nos permita maniobrar, primero con una cuchara y después también con las manos.
Comenzamos echando la harina, que será normal o de fuerza según la receta de pan que queramos hacer. Seguidamente, desmenuzamos la levadura fresca con nuestros dedos, añadimos poco a poco el agua tibia e incorporamos la sal. Mezclamos bien hasta que los ingredientes queden integrados y, ¡primer paso completado!
Aunque en muchos recetarios se recomienda mezclar aparte la levadura con el agua e incorporar esta mezcla después al bol con la harina y la sal, realmente no es necesario. Podemos mezclar todos los ingredientes a la vez, ¡sin ningún problema! Lo que sí suelen recomendar nuestros panaderos es primero añadir al bol los ingredientes líquidos y después, los sólidos.
Por otro lado, en ocasiones se dice que la sal no puede tocar la levadura porque la destruye. Esto es un falso mito. Si la sal se mezcla con la levadura, no pasa nada, el pan fermentará igual.
En segundo lugar, como no podría ser de otro modo, toca meter las manos en la masa. Aunque hayamos mezclado los ingredientes previamente en un bol y tengamos una masa ya más o menos homogeneizada, es importante trabajarla durante algunos minutos más para que quede lisa y se forme la red de gluten.
Para ello, lo ideal es coger un poco de harina con las manos y esparcir parte sobre una superficie plana. De este modo, podremos amasar mucho más fácilmente, sin que la masa se nos pegue tanto.
Ahora, si no lo habéis hecho nunca, os preguntareis, pero ¿cómo se amasa? Pues, ¡muy sencillo! Simplemente, pliega y estira la masa sobre sí misma durante varios minutos. Lo importante es “menearla bien” con nuestras manos contra la encimera, de modo que la masa coja aire y lo suelte.
Si tienes un robot de cocina, no dudes en usarlo. Este aparato suprimirá la parte más laboriosa de la elaboración. Eso sí, ¡también la más divertida!
Una vez que hemos amasado, llega el momento de dejar que la levadura haga su trabajo. Para que pueda actuar, tenemos que dejar reposar la masa. Es difícil decir el tiempo necesario, todo depende de la receta, pero suele estar en torno a una hora. Lo importante es que doble aproximadamente su tamaño.
Es importante dejar la masa dentro de un bol, tapada con algún trapo de cocina o papel film, de modo que esté a temperatura ambiente y alejada de cualquier corriente de aire. Según avancen los minutos, podremos observar cómo la masa va aumentando su tamaño.
Cuando la masa haya doblado su volumen, podemos sacarla del bol y volver a amasarla brevemente. Seguidamente, dividimos la masa en el número de piezas que prefiramos y les damos la forma que queramos: más alargada, redondeada, etc.
Una vez que tenemos nuestras piezas ya formadas, llega el momento de colocarlas sobre una bandeja lo suficientemente separadas entre sí, porque volverán a aumentar su tamaño. Las tapamos de nuevo y dejamos un segundo reposo hasta que doblen su tamaño.
Una vez terminada la segunda fermentación, nos preparamos para la cocción. Precalentamos el horno a la temperatura que sea necesaria. Para que el pan quede mejor, es recomendable que el ambiente esté húmedo y no seco. Por lo que, al encender el horno, podemos poner una bandeja o recipiente vacío en la parte inferior del mismo. Cuando el horno ya esté caliente, en el momento en el que introduzcamos el pan, pondremos unos hielos en ese recipiente adicional. De esta manera se generará mucho vapor y la corteza quedará más crujiente.
Dependiendo de la receta y del tamaño de los panes, tendremos que hornear durante más o menos tiempo. En cualquier caso, cuando veamos que los panes tienen un buen color dorado, es momento de sacarlos.
Muy fácil, ¿verdad? Prueba a hacer estos pasos para hacer pan casero en casa, ¡seguro que no te arrepentirás! Además, si buscas hacer otros tipos de pan casero, ¡no te pierdas todas las recetas de pan casero de nuestro blog!