En Levanova somos fans de las recetas sencillas pero especialmente sabrosas. Por ello, hoy os traemos un delicioso pan de aceitunas negras y orégano. Este pan es muy característico, no solo por su especial sabor, sino por lo crujiente de su masa y lo esponjoso de su miga.
Esta receta es bastante famosa históricamente. Se dice que su origen es griego y la verdad es que tiene que sea en un país mediterráneo en el que hayan decidido incorporar aceitunas al pan. Aunque este tipo de aceituna tiene su origen en Asia Menor, llegó al Mediterráneo hace miles de años. Tanto los griegos como los romanos consumían muchas aceitunas negras. De hecho, se dice que para los soldados era muy habitual consumir pan y aceitunas, por lo que acabaron fusionándolo en un solo alimento que introdujeron en su dieta.
Seguro que una vez que pruebes a hacerlo en casa, ¡no podrás vivir sin este pan! Además, te da la oportunidad de jugar a tu gusto con la cantidad y el tipo de aceitunas. Aunque nosotros aconsejamos aceitunas negras, puedes mezclarlas. Incluso puedes animarte e incorporar también algunas semillas que acompañen a las aceitunas.
En este caso, nuestra propuesta es especialmente fácil y sencilla, sobre todo si eres de los que ya se animan a hacer pan en casa. ¡Atentos!
Paso 1:
Echamos en un bol grande la harina, la masa madre Levanova y la levadura fresca Levanova y mezclamos. Seguidamente añadimos la sal, el aceite de oliva, el orégano y el agua. Mezclamos de nuevo hasta que todos los ingredientes estén bien integrados.
Paso 2:
Cuando todos los ingredientes estén integrados en una bola, pasamos a amasar sobre una superficie plana previamente enharinada durante unos minutos.
Paso 3:
Cuando la masa esté fina y homogénea, incorporamos las aceitunas troceadas, hasta que se integren bien en la masa.
Paso 4:
Hacemos una bola con nuestra masa, la metemos en un bol, la tapamos con un trapo de cocina y la dejamos reposar hasta que doble su tamaño (aproximadamente una hora) en un lugar alejado de corrientes de aire.
Paso 5:
Una vez finalizado el tiempo de reposo, sacamos nuestra masa del bol y le damos la forma deseada. Puede ser 2 barras de pan normal, una hogaza o, si lo prefieres, puedes dividirla en piezas pequeñas.
Colocamos nuestra pieza o piezas finales formadas en la bandeja del horno dejando espacio entre ellas para cuando doblen volumen. Volvemos a tapar con un trapo de cocina y dejamos un segundo tiempo de reposo de otra hora aproximadamente, hasta doblar el volumen.
Paso 6:
Con el horno precalentado a 220 ºC durante unos 15 minutos, bajamos la temperatura a 190ºC y horneamos nuestro pan durante unos 20 minutos, hasta que esté bien dorado, debemos realizar uno o varios cortes con un cuchillo de sierra en la superficie del pan antes de meterlo en el horno para asegurarnos que “greñe” bien y abran los cortes. Este tiempo puede variar ligeramente dependiendo del tamaño que le hayamos dado a nuestra pieza/piezas. Si se trata de una sola pieza, es probable que necesitemos hornearlo incluso hasta 30 minutos. Si se trata sin embargo de piezas más pequeñas, podría ser suficiente con unos 15 minutos.
Un truco para conseguir el resultado esperado es introducir unos cubitos de hielo en otra bandeja del horno situada aparte, en un nivel inferior. Si no tuvieses dos bandejas, puedes poner los cubitos de hielo o en su defecto un poco de agua en un recipiente aparte en la misma bandeja. De este modo, conseguiremos que se forme un vapor de agua en el interior del horno que hará que la corteza de nuestro pan sea más crujiente y la miga más esponjosa.
Una vez saquemos nuestro pan del horno, lo dejamos enfriar y… ¡estará listo para disfrutar!
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