Con pocos y sencillos ingredientes os proponemos realizar uno de los panes que más suele gustar por su delicioso sabor. Se trata de un pan rústico elaborado mediante una de las recetas más asequibles en tiempo y esfuerzo, si tenemos en cuenta el resultado partiendo de su gran sencillez.
Este pan rústico tradicional tiene una textura que suele diferenciarse mucho del pan que solemos estar acostumbrados a comer a diario, por lo que seguro que te encantará. Es delicioso y perfecto para comer en rebanadas en cualquier comida, y podrás acompañarlo de lo que desees.
A la hora de llevar a cabo cualquier elaboración de pan, para tener un buen resultado, lo más importante es respetar los tiempos de reposo y realizar el proceso de amasado correctamente. Aunque al principio puede ser un poco más costoso, se trata de coger práctica. Además, una vez hayas horneado tu primer pan, es probable que no puedas parar de hacerlo. De hecho, son muchas personas las que destacan que hornear pan pasa de ser una afición a ser una adicción, porque en la medida que vas perfeccionando tu propia técnica y van mejorando tus resultados, menos cuesta la elaboración, más predisposición hay, y más delicioso queda. Por ello, si es tu primera vez, no te preocupes porque saldrá genial, y si no lo es, ya sabrás que todo reside en las ganas.
Esta receta se realiza con harina de fuerza en lugar de con harina “normal”, también llamada en algunas ocasiones “harina floja”. El motivo de este cambio reside en que la harina de fuerza contiene más gluten y nos servirá para obtener una miga más aireada y esponjosa.
De este modo, el primer paso será echar en un bol los 500 gramos de la harina de fuerza, un sobre completo de masa madre Levanova, la levadura fresca Levanova y los 15 gramos de sal. Mezclamos con una cuchara y hacemos un hueco en medio donde, poco a poco, verteremos el agua tibia.
Una vez mezclemos todo bien con una cuchara, pasaremos a hacerlo con las manos mediante movimientos hacia afuera hasta que la masa se separe del bol. En ese momento, podremos comenzar a amasar sobre alguna superficie lisa que enharinaremos previamente para poder trabajar mejor.
Como comentábamos anteriormente, este es el paso que mayor paciencia requiere y, a no ser que contemos con una amasadora que se encargaría de ahorrarnos el trabajo, deberemos insistir con nuestras propias manos hasta que contemos con una mezcla homogénea y percibamos la elasticidad en nuestra masa.
Una vez concluido el amasado, colocamos nuestra masa en un bol embadurnado con un poco de aceite de oliva, tapamos con un trapo, y dejamos reposar en un lugar fresco durante aproximadamente una hora. Tiempo en el cual duplicará su tamaño.
Pasado el primer tiempo de reposo y fermentación, volvemos a trabajar la masa, voleamos y le damos la forma deseada. En este momento podemos elegir la forma y tamaño que queremos de nuestro pan: uno grande, varios pequeños, etc.
En el momento en el que observemos que la masa adquiere un color más blanquecino, dejamos un último reposo de aproximadamente unos 15 minutos. Tiempo que, además, podemos aprovechar para que el horno se vaya recalentando a 220ºC.
Antes de meter la masa al horno, realizamos un corte en su superficie. Además, debemos colocar en una bandeja medio vaso de agua o un par de cubitos de hielo, lo que creará cierta humedad en el horno y aportará el acabado deseado a nuestro pan.
Por otro lado, o bien engrasamos la base del recipiente, o bien colocamos un papel vegetal en la bandeja donde vayamos a poner nuestra masa. La introducimos en el horno, y la dejamos unos 35 minutos aproximadamente.
Una vez haya transcurrido este tiempo, tendremos nuestro propio pan rústico elaborado de forma artesanal que podremos comer como más nos apetezca, solo, para acompañar comidas, en bocadillos, tostadas o rebanadas.
¡Esperamos que te encante y que no dudes en repetir!
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